
Y entonces aprendí que el crecimiento espiritual no era ser siempre amable. Se trata más bien de ser verdadera, de ser auténtica. Tener límites. Honrar mi espacio primero, el de los demás segundo. Y en este espacio de amor propio y autocuidado, ser amable simplemente fluyó, sucedió, no motivado por miedo sino por amor.
Totalmente, coincido creo que el crecimiento espiritual es la capacidad de saber que hay algo más de lo que uno ve, de sentir esa energía en la que todos estamos rodeados y no nos damos cuenta, de ser más tolerante, humildes y actuar en situaciones cuando sea realmente necesario.